Además pude adquirir herramientas terapéuticas que respetan los ritmos de nuestro cuerpo, que son poco invasivas y que han estado en nuestra humanidad desde largo tiempo atrás en diferentes culturas. Después empecé a vincularme con todo lo relacionado a la educación emocional en la primera infancia y con pedagogías alternativas, y ahí empezó una revisión personal de mi niñez, observando y sintiendo que para acompañar y estar al servicio en presencia necesitaba acompañarme y mirarme a mí primero. En este viaje de búsqueda y reflexión interior, siento la fuerte necesidad de viajar a las américas, donde tengo la oportunidad de hacer voluntariado en una escuela de Perú, formarme en distintas pedagogías, ser parte del equipo Creador de una escuelita de educación Libre en Uruguay, acercarme a distintas medicinas ancestrales y reconectar con mis raíces. A mi vuelta, conmovida e impactada por todo lo vivido, decido comprometerme con mi historia y mi desarrollo personal y empiezo un proceso de terapia profunda (vegetoterapia) de la mano de un psicólogo caracteroanalítico ( al cual estoy eternamente agradecida por su profesionalidad, confianza y sensibilidad). Este gran viaje de bucear en mi interior me ha ido llevando una y otra vez al estudio de mis emociones en el cuerpo, y es en él, donde encuentro una de las llaves maestras de restablecimiento de mi salud, y de empezar a vincularme de manera más amable conmigo y con el mundo. Tal es el movimiento de esta terapia en mi vida, que me lanzo a estudiar cómo acompañar a las personas a través de procesos terapéuticos psicosomáticos, que puedan vincular lo biológico con lo psicológico, y decido especializarme en Ecología de Sistemas humanos y en psicoterapia caracteroanalítica breve, aplicada a la atención perinatal. Ambos enfoques desarrollados por Xavier Serrano, director de la Escuela de Terapia Reichiana, basándose en el trabajo de Wilhelm Reich y otros colaboradores. Conocer el trabajo del médico Wilhelm Reich fue para mi un antes y un después, pues pude comprender cómo en nuestro cuerpo se van quedando guardadas todas las memorias y vivencias de nuestra vida (ya desde el útero de nuestra madre) configurando nuestra identidad y personalidad. Sobre todo aquellas experiencias que no pudieron ser vividas desde el amor y la seguridad, y tuvieron que ser escondidas o reprimidas como mecanismo de autoprotección en respuesta a una educación y una cultura que muchas veces va en contra de las reales necesidades del desarrollo y maduración infantil. Además de mi proceso terapéutico y de empezar a especializarme en acompañar procesos desde lo psicosomático, al volver de Uruguay vuelvo a retomar las artes en mi día a día y a conectar con mi creatividad tantos años guardada en un cajón, a través del posgrado de Cuerpo y Arte que realizo y de volver a bailar (danza-movimiento libre). Esta formación me da la posibilidad de adentrarme más y más en el cuerpo y en la vida a través de la expresión artística, convirtiéndose en un pilar de mis acompañamientos. En estos andares también me empiezo a reconciliar con mi feminidad gracias a trabajos de ciclicidad y al yoga, dos caminos que me llevan a conectar profundamente tanto con mi niña como con mi mujer adulta interior, y a conocer el poder del automaternaje. Con el yoga, de la mano de Imma Campos y Victor Sakshin (dos seres de luz a quienes estoy profundamente agradecida y con los que sigo creciendo día a día) descubro una visión de la totalidad y la unidad que somos, trayendo la espiritualidad a mi cotidianidad desde un lugar muy encarnado y genuino como es el canto, la voz, el sonido y la meditación. Este refugio que he encontrado, es otra llave trascendental en este proceso de escucha y vínculo conmigo misma, en este compromiso de trabajo interior que he ido forjando en mi vida y que me permite también ponerlo al servicio de todas las personas, mujeres, familias y niñ@s que acompaño en el camino. .